Entrar en aquel Agujero Negro me hizo sentir el más absoluto abandono, el frío gélido de la soledad en su manifestación magna. El erizamiento de la piel es una débil muestra de la sensación auténtica que embargó mis sentidos. No es para nada agradable encontrarte en el mayor de los desamparos. Eres tú y solo tú, no hay nada más en el Universo. No sabes que va a ser de ti, desconoces qué eres o fuiste, tampoco qué serás. La duda es tu estandarte. Te cuestionas todo, TODO. A ti mismo, a lo vivido en inmensidad de vidas, el amor, los miedos, los seres considerados por ti, compañeros de camino. Dejas de creer en todo, en nada confías. Te sientes engañado, traicionado, perdido, despreciado, ridiculizado, abandonado, en el mayor de los desamparos. Llegas a sentir Nada. NADA. Un bebé indefenso descuidado por su madre. Y entonces haces un auténtico ejercicio de voluntad, para no perder el norte y caer en la locura de la desesperación. Sabes en tu fuero interno, o deseas saber que se t...